Las constelaciones familiares surgen como una filosofía de vida, y una comprensión de la conducta y de los procesos humanos. Permiten ordenar lo que en el sistema está desordenado, para que la energía del amor universal fluya y así se disipen los obstáculos a través de los cuales se manifiesta el desorden sistémico familiar existente y de esta manera cada quien puede ser mirado con amor y sin juicio.

Como metodología de intervención, hoy en día son consideradas como recurso de vanguardia para la comprensión sistémica del funcionamiento de los vínculos. Integran las influencias transgeneracionales e intergeneracionales que -sin acceder al registro consciente-, impactan el hoy, en nuestro cotidiano discurrir.

Abrazar las constelaciones familiares implica un compromiso con el crecimiento personal y la sanación del sistema familiar. A través de ellas no solo se transmuta la propia historia, sino también la de toda la red familiar, tanto de los presentes, como de quienes ya no están, y también de los que están por llegar.

Significa quitar del lecho del río obstáculos y sedimentos que, a través del tiempo, se van acumulando. Estos generan desvíos o interrupciones en el fluir de sus aguas. Cuando el lecho del río se encuentra libre de atascamientos el agua fluye limpia y clara hacia la desembocadura, para el encuentro final con la inmensidad de lo infinito, con la totalidad.